Por Fernando Rivera
Desde los pasillos de Palacio Nacional, se percibe un país que va en progreso, por el camino correcto. Los de ahí, anhelan festejar con ahínco las fechas más emblemáticas y que dan identidad al pueblo mexicano, es decir, el 15 y 16 de septiembre, cuando se conmemora un año más del inicio de la lucha independentista. En su cosmovisión, las cosas se están haciendo bien y el ambiente, para ellos, debe de ser festivo..
Es aquí donde cabe preguntarse si en verdad hay algo qué celebrar. Hay varias razones para creer que no. Los datos indican una degradación en los niveles de violencia que se viven en el país, por lo menos haciendo un enfoque en la cantidad de homicidios.
Como botón de muestra, basta mencionar que entre enero y agosto de este 2020, se han contabilizado 16,821 muertes violentas relacionadas con crimen organizado y delincuencia común, de acuerdo con datos de MOVISAFE. Esto equivale a un aumento estimado en un 4.5%, respecto al mismo periodo del año anterior, cuando los asesinatos habían sumado 16,104. ¿Se va a celebrar este deterioro?
Por otra parte, en el tema del manejo que las autoridades de salud han hecho de la pandemia del Covid-19, el panorama no se vislumbra optimista. El responsable de conducir este tema desde el gobierno, el doctor Hugo López-Gatell, no ha hecho sino ser errático en sus pronósticos. El peor escenario que el funcionario había previsto, era de 60 mil muertos causados por la enfermedad; hoy en día, el país ronda los 70 mil decesos. ¿Esta es otra razón para celebrar?
Hasta aquí, ¿seguirán creyendo que hay algo que celebrar? ¿No son suficientes los puntos ya descritos?
Agreguemos un elemento más al análisis. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), arrojan que casi 3 millones de personas se encuentran sin trabajo en México. ¿A dónde parará mucha de esa gente al no tener ingresos? Una parte de los afectados recurrirá a actividades ilícitas, lo cual podría repercutir en los índices de criminalidad.
Con todo lo anterior, son pocas las razones que se tienen para celebrar, tal como se quiere hacer desde el púlpito presidencial. El crimen invadiendo las calles, los medios de comunicación al acecho, una pandemia descontrolada, cifras de muertes poco claras, sospechas de corrupción en varias áreas del gobierno. En fin, la terca realidad ha de imponerse otra vez, menos en la mente de quien encabeza el Gobierno Federal.
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