Entrada: Tamaulipas: de inversiones y una historia negra

Por Carlos Herrera

¿Cómo describir a Tamaulipas cuando la simple enunciación de su nombre remite a un cúmulo de imágenes disímbolas?

Hay un lado oscuro, en el que balaceras, secuestros, enfrentamientos a plena luz del día, bloqueos en carreteras con vehículos en llamas, cadáveres mancillados y desapariciones, confluyen. Pero también, está un lado que remite a una las entidades con mayor desarrollo en el norte de México, a los pasos fronterizos más importantes rumbo a la América anglosajona, a uno de los sitios de intercambio de mercancías con más relevancia en el continente, a un lugar donde hay una amplia confluencia de gasoductos y que es hogar de la refinería Francisco I. Madero.

Las dos características geoestratégicas de Tamaulipas pueden considerarse a la vez su flagelo y su virtud: hacia el norte, se encuentra una amplia franja fronteriza limítrofe con los Estados Unidos, localizándose en esta algunos de los municipios en los que el trasiego de todo tipo de mercancías es recurrente y hacia el este, se abre al Golfo de México, permitiendo que existan puertos de importancia, tales como los de Tampico, Altamira y Matamoros.

Este estado no es homogéneo en su desarrollo económico, siendo los municipios de Matamoros y Reynosa, en la zona norte del estado, y Altamira, Tampico y Madero, en la región sureste, los más industrializados. Es precisamente en estos últimos en los que los beneficios de la industrialización en la población son patentes, específicamente en un tipo de industria: la petrolera.

La mencionada refinería Francisco I. Madero, permitió que la urbanización detonara en estos municipios, convirtiéndolos en uno de los epicentros de la modernización en el estado. No es casualidad que este fenómeno se suscitara en estos lugares, dada su colindancia con la Cuenca del Golfo de México, la cual, según prospectivas del Gobierno Mexicano, es la región con mayor potencial petrolero, con recursos para cerca de 29,500 millones de barriles de petróleo crudo. Casi el 56% de este recurso en el país.

Pero Tamaulipas también cuenta con una historia de inseguridad que ha sido un lastre en tiempos pretéritos, pues su potencial económico resulta igualmente atractivo para las actividades delictivas.

No se puede conocer esta entidad en su paso a la modernidad, sin hacer referencia a quienes durante décadas detentaron un poder no oficial en ella.

Así, los municipios más beneficiados dentro de este corredor industrial han sido Silao, Celaya, Salamanca, Apaseo el Grande, Comonfort, Cortazar, Irapuato y León.Durante la mayor parte del siglo XX, la situación de inseguridad en el estado se mantuvo constante.

En la segunda parte de ese siglo, el grupo criminal comandado por Juan Nepomuceno Guerra –quien comenzó contrabandeando alcohol hacia el norte en los años de la prohibición– controló este territorio, que se mantuvo al margen de las operaciones de lo que fue el Cártel de Guadalajara, a pesar de contar con los pasos fronterizos que facilitarían el contrabando a los Estados Unidos. 

La organización de Nepomuceno Guerra fue la semilla de lo que hoy se conoce como El Cártel del Golfo.

Hacia los años ochenta, la situación se trastocó. Fue en esa década cuando los medios informativos empezaron a dar cuenta de eventuales brotes de violencia, sobre todo en Matamoros. Con el nuevo siglo, llegó a territorio tamaulipeco una de las organizaciones más violentas de las que se tenga noticia en los anales de historia criminal de México: Los Zetas. Esta agrupación representó una innovación, al incorporar ex militares de elite como cuerpo de seguridad al interior de un cártel.

Cuando Los Zetas se separaron de sus antiguos empleadores, el Cártel del Golfo, contaban con el suficiente conocimiento logístico para convertirse por sí solos en un cártel, asolando el estado, sus principales vías de comunicación y desde ahí, desplegándose a lo largo del territorio mexicano. Es así como inició la larga noche de Tamaulipas.

La ostentación de violencia que hicieron Los Zetas, logró que se convirtieran en objetivo prioritario tanto de los cuerpos de seguridad del Estado Mexicano, como de otras organizaciones criminales.

La situación de Tamaulipas en la segunda década del siglo XXI ha cambiado, aunque aún persiste la inseguridad. Puede que el cambio de estrategia de combate a la delincuencia haya sido determinante, así como la eliminación de las policías municipales. Pero en un territorio con los recursos de Tamaulipas, es posible que esto no baste para frenar el crimen. Aunque en materia de criminalidad, los estados del Occidente del país ya llevan la delantera.

Hay que considerar que el sur del estado, a pesar de no presentar los altos niveles de violencia que la frontera, ha sido aquejado por el robo de combustible. Según datos de la dirección de Salvaguarda Estratégica de PEMEX, en diciembre de 2019 se tuvo conocimiento de 803 casos de perforaciones en los ductos de esta compañía, mientras que el primer mes de 2020, se registraron 886 eventos de esta índole. Un aumento del 10.3%.

 

Por otra parte, la refinería localizada en Madero procesa alrededor de 95 mil barriles diarios, los cuales representan algo más de la mitad de su capacidad productiva, consecuencia de los malos manejos del Gobierno Federal en la inversión del mantenimiento de la planta.

Presuntamente, las empresas Caxxor Group y Refmex invertirán en una refinería que se localizaría en Soto La Marina, la primera enteramente de capital privado; pero los movimientos del Gobierno Federal han hecho que esta planta, que procesaría alrededor de 20 mil barriles de crudo diarios para vender en el país, sea un proyecto incierto.

En la actualidad, la situación política de la entidad está definida en gran medida por el gobernador en funciones, Francisco Javier García Cabeza de Vaca. Este político, junto con los gobernadores de Nuevo León y Coahuila, ha constituido un frente contra el Pacto Fiscal Federal y en pro de una distribución de los ingresos de la Federación acorde a las aportaciones de cada estado. 

Lo anterior, ha hecho resurgir en algunos sectores de la población del norte de México un viejo anhelo de autonomía y alejamiento del centralismo, que en algún momento de su desarrollo fue proyectado bajo el nombre República de Río Grande. Hoy en día, es indiscutible que se busca la autonomía en materia fiscal, para lo cual, el Gobierno de Tamaulipas previsiblemente buscará el apoyo de la Iniciativa Privada (IP).

Es posible que, de permitirse un fuerte impulso a la IP en este estado, la industrialización y lo que conlleva –fuentes de empleo, urbanización, movilidad social y mayor seguridad– permitan que Tamaulipas pueda surgir como una fuerza de la mano de los inversores, quienes tendrían no sólo una puerta al más grande mercado a nivel mundial, también a uno de los recursos estratégicos más importantes en el país y desde esa posición que otorga la generación de energía, adentrarse en los caminos que representará este campo en los años venideros.

 

 

 

 

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