Entrada: El virus que no se irá

Por Fernando Rivera

La crisis por Covid-19 en México no hizo sino agravarse una vez pasadas las fiestas decembrinas. Derivado de las reuniones familiares y las compras de fin de año, las personas hicieron de las aglomeraciones una constante en pleno semáforo rojo epidemiológico. Ante los ojos estáticos de las autoridades, gente se concentraba en tianguis, mercados o fiestas.

Si bien el confinamiento decretado a mediados de 2020, había resultado en que la población permaneciera buena parte del tiempo en sus domicilios, hacia finales del mismo año la ciudadanía no actuó de la misma manera.

Ni siquiera las mismas autoridades capitalinas fueron capaces de decretar la alerta roja, aun cuando las estadísticas marcaban un aumento exponencial de contagios. Sin embargo, la negativa de elevar el color del semáforo no venía precisamente de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, sino que la línea era marcada desde Palacio Nacional.

Cuando desde finales de noviembre, la tendencia al alza en cuanto al número contagios, hospitalizaciones y muertes en la CDMX era clara, no se hizo sino esperar a que desde la silla presidencial se diera luz verde a un nuevo cierre de negocios no esenciales.

A pesar del mal manejo de la pandemia que se ha tenido a nivel federal, y de un presunto antagonismo entre Sheinbaum y Hugo López-Gatell, encargado de la estrategia nacional contra la enfermedad, la mandataria capitalina no logró desvincularse de los designios de López Obrador, lo cual se tradujo en una demora en decretar un nuevo confinamiento, el cual se hico efectivo desde el 19 de diciembre, y aún se mantiene.

El mensaje de las autoridades en su conjunto no es claro. Por un lado, López-Gatell aprovecha cada oportunidad para alentar a la población a quedarse en casa, sin embargo, fue captado a finales de diciembre vacacionando en las costas de Oaxaca, contraviniendo así su propio mensaje.

Hoy en día, la CDMX ronda el 90% de hospitalizaciones por Covid-19, según la propia Claudia Sheinbaum. En los meses venideros no se vislumbra un panorama más alentador, de lo cual es sintomático la falta de camas, oxígeno, insumos médicos y hasta de capacidad para poder incinerar a los fallecidos. La tragedia continúa sin detenerse. Al tiempo.

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