Entrada: Un áspero comienzo

Por Diana Isabel Herrera

Después del torbellino que ha envuelto al próximo cambio de gobierno de Estados Unidos, el cual entrará en vigor el 20 de enero, a las 12 del mediodía, es fundamental que nos preguntemos cómo será la relación entre México y Estados Unidos con la llegada del 46° presidente norteamericano, Joseph Robinette Biden.

Si bien desde la virtual victoria de Biden, la posición del gobierno mexicano fue renuente dado que Andrés Manuel López Obrador había demostrado una relación cercana con el ex presidente Donald Trump, la realidad es que este rechazo va más allá de una mera enemistad. Considerando los principios y objetivos que rigen a nuestro presidente, una relación próspera y estrecha entre estos países vecinos se ve distante.

Esto supone que AMLO no se pronunciará al respecto sobre la delicada situación política de países como Venezuela y Cuba, mientras que dentro de la agenda del nuevo presidente sí se encuentra la revisión a las sanciones en el gobierno de Nicolás Maduro.

En segundo lugar, durante su discurso de campaña y debates presidenciales, Biden dejó en claro el regreso al Acuerdo de París, pacto mundial orientado al combate del cambio climático, fenómeno que el ex presidente Trump llegó a llamar “farsa costosa” y negar que tuviera algún impacto sobre la economía y desastres naturales.

Por tal motivo, Donald Trump no presentó grandes objeciones a algunos proyectos del gobierno de Obrador que amenazan al medio ambiente como el Tren Maya y la Refinería Dos Bocas. Sin embargo, Biden presenta una postura muy diferente ante ésta problemática por lo que podrían llegar a dar pie a confrontaciones.

Además de otros aspectos a considerar que pudieran afectar esta relación bilateral, lo principal que se debe tener en cuenta, como se mencionó al inicio, son las bases sobre las cuales están cimentados ambos gobiernos, dado que la llegada de Biden representa el regreso de un Estados Unidos de mayor apertura, que buscará a toda costa impulsar la economía norteamericana que se ha visto fuertemente afectada por la crisis sanitaria del COVID-19, a través de sus empresas y políticas de comercio exterior.

Incluso, ha expresado que no ve a los países vecinos (México y Canadá) como un peligro, por el contrario, los considera socios para crecer juntos, dado que el desarrollo de EEUU está ligado al de estos países.

Sin embargo, esto constituye una amenaza para un gobierno de populista como el de AMLO, cuyo objetivo de su llamada Cuarta Transformación es limitar la actuación de la inversión privada, permitiéndole al Estado tener más control sobre la economía, como lo ha dejado en claro en su reticencia a la Reforma Energética, además de atribuir al neoliberalismo los problemas de México.

Este choque cultural, de ideas y principios, hacen que el camino por recorrer sea áspero e incierto, y de no saberse entender, afectarían los cuatro años que ambos gobiernos tienen para finalizar sus mandatos, obstaculizando cualquier proyecto, tratado o acuerdo para el desarrollo de ambos países.

 

 

Para mayores informes: contacto@movisafe.com

Más populares

Entrada: Un áspero comienzo

Economía

Querétaro: la urbe en expansión

Por Carlos Herrera Buena parte de las noticias difundidas sobre México tienden a estar impregnadas de pólvora y sangre. Sin embargo, con una mirada más informada, es posible notar la existencia excepciones, con diversos grados de quietud…

Leer más »