Por Carlos Herrera
Buena parte de las noticias difundidas sobre México tienden a estar impregnadas de pólvora y sangre. Sin embargo, con una mirada más informada, es posible notar la existencia excepciones, con diversos grados de quietud. Un caso sobresaliente entre este tipo de lugares es el de Querétaro, que durante los primeros seis meses de 2020 registró 56 homicidios dolosos, según datos de MOVISAFE.
Sobresaliente porque dada su ubicación geográfica sorprende la relativa paz que impera. Es de especial atención que en el oeste se encuentra Guanajuato, un territorio que durante el primer semestre del año registró 2,014 muertes relacionadas con delincuencia común y crimen organizado.
Hacia el norte se encuentra San Luis Potosí, una entidad con grados variables de violencia homicida y en la cual el denominado Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha irrumpido buscando establecerse a pesar del Cártel del Noreste y Los Zetas. Al sur se ubica Estado de México, un lugar que el imaginario colectivo ha categorizado como lleno de impunidad y con diversos sectores marginados; hacia el suroeste se encuentra Michoacán, un estado que ha albergado una cruenta guerra entre el CJNG y La Nueva Familia Michoacana. Finalmente, al este se localiza Hidalgo, con altos índices de robo de hidrocarburo.
Considerando lo anterior, ¿cómo ha permanecido Querétaro prácticamente indemne ante los embates del crimen organizado, que asolan las entidades que le rodean?
Para responder esto, primero es necesario dar cuenta de las interacciones derivadas de la construcción de lo que hoy en día es una próspera zona urbana industrial. Aunque esta última característica hoy en día ha pasado a un segundo plano, en lo que respecta a su aportación al Producto Interno Bruto (PIB) del estado, desplazada por actividades terciarias –según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)– las cuales paradójicamente pudieron desarrollarse por los efectos derivados de la industrialización.
Este fenómeno tiene un precedente que se remonta a lo largo de los siglos, pues se tiene noticia de que en la época colonial el territorio queretano ya funcionaba como un lugar de manufacturas artesanales de productos diversos de consumo básico, pero no fue sino hasta finales de la tercera década del siglo XIX cuando se estableció una fábrica textil, con capital español, denominada Hércules. Ya en los años ochenta del mismo siglo, llegaría el ferrocarril, con las facilidades que dicho medio de transporte otorga a la economía de los lugares por los que transitaba.
Hoy en día, Querétaro alberga 45 parques industriales, los cuales son el hogar de alrededor de 1,600 empresas, además de que hacia 2019 se proyectó la construcción de siete más de estos complejos, siendo la principal industria la manufacturera en el área automotriz y aeronáutica, en el sector de transporte, así como la industria química, de alimentos y la fabricación de equipo de cómputo, de acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Sustentable (Sedesu) de la entidad. La industria puede ser considerada una invitación para la inversión en el estado, la cual representa cerca del 40% del PIB estatal, según datos de Sedesu.
La industrialización tradicionalmente va aparejada de grandes flujos migratorios hacia los lugares periféricos de estos nuevos centros económicos, lo cual con el paso del tiempo es notorio por las grandes concentraciones de población, como ocurre en sitios como los municipios de Santiago de Querétaro y San Juan del Río.
Este no es un fenómeno estático y dadas las características que ha mostrado esta entidad en materia de inversión, es altamente probable que la expansión se mantenga, pues entre la siguiente zona industrial importante, en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México aún existen espacios susceptibles de participar en esta dinámica económica. Algo que quizá ya se haya proyectado, pues no es en vano la existencia de las vías que conectan ambos lugares.
¿A qué se debe la importancia que adquirió Querétaro para el establecimiento de industrias?
Al principio del presente artículo se mencionaron las entidades con las cuales comparte fronteras, así que es plausible afirmar que sirve como punto de conexión entre diferentes regiones, facilitando el trasiego de mercancías, especialmente hacia el norte y occidente del país, así como hacia la zona del Bajío.
También cabe preguntarse por qué a diferencia de otros lugares con sectores manufactureros importantes (como Juárez, Chihuahua), en los que impera la criminalidad, Querétaro mantiene tasas especialmente bajas de violencia.
Fuentes no oficiales mencionan un probable pacto entre los grandes capos para evitar eventos de alta violencia como los observados en Guanajuato, Chihuahua o Tamaulipas, por lo cual algunos de estos personajes habrían establecido su lugar de residencia en esa entidad. Esta información es casi imposible de comprobar, sin embargo, operativos que buscaron la detención de jefes criminales en territorio queretano podría apuntar a que dicha afirmación no carece de fundamento.
Por ejemplo, en marzo de 2014, Enrique Plancarte Solís ‘’La Chiva’’, líder de Los Caballeros Templarios, fue abatido en un operativo llevado a cabo por fuerzas federales en el municipio de Colón. Mientras que, en octubre del mismo año, Héctor Beltrán Leyva, ‘’El H’’, de la Organización de los Beltrán – Leyva fue detenido en el municipio de San Miguel de Allende, Guanajuato; posteriormente se averiguó que vivía en la exclusiva zona de Juriquilla, en la capital queretana.
En casos más recientes, destaca que en marzo de este año fue detenido David López Jiménez, alias “El Cabo 20”, en un edificio de departamentos de lujo de la capital queretana; a este sujeto se le atribuía ser líder de sicarios del Cártel de los Arellano Félix, con operaciones en Tijuana y Ensenada, Baja California.
A pesar de la información anterior, no debe descartarse que la irrupción de alguna organización criminal con métodos de intimidación más agresivos pueda trastocar el ambiente de tranquilidad que ha caracterizado a Querétaro.
Para finalizar, dado que el fenómeno de la expansión industrial entre el norte del Estado de México y Querétaro es algo históricamente comprobable, existe la posibilidad que al correr de las décadas constituyan un único complejo industrial. En todo caso, las facilidades para la inversión extranjera que ofrece Querétaro pueden hacer que este estado sea la punta de lanza para una expansión urbana mayor.
Con una mirada sensata, las ciudades del futuro en México probablemente buscarán asemejarse más a lo que es este proyecto que a lo que ha sido la Ciudad de México, esta última con sus lagunas de hacinamiento y problemas sociales y de seguridad. Una gran parte de esta responsabilidad está en manos de las autoridades, que no deberían esperar a que los criminales pacten, sino a dar soluciones efectivas que reditúen en espacios de desarrollo económico y social a largo plazo. La oportunidad la tienen enfrente.
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