Por Carlos Herrera
El 17 de julio de este año circuló un video en redes sociales, cuya autoría el mismo Ejército atribuye al Grupo Élite del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). En él, se ve una fila de vehículos acondicionados para dar un aspecto similar a los que usan las Fuerzas Armadas, además de unos 75 hombres con equipo táctico y armas de alto calibre. La cámara recorre la hilera de automóviles, en un plano secuencia, mientras los sujetos lanzan loas a Nemesio Oseguera Cervantes, ‘El Mencho’. Algunos realizan disparos, con el fin de mostrar su poder de fuego.
Alfonso Durazo, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), se apresuró a desacreditar el video, catalogándolo como un montaje y asegurando que no hay grupo delictivo que sea rival para las fuerzas federales. Esta grabación apareció pocas horas después de la visita de AMLO a Jalisco. En ella, el Ejecutivo Federal reiteró su apoyo en materia de seguridad al gobernador del estado, Enrique Alfaro.
Un día después de que se diera a conocer este video, apareció otro, en el que nuevamente aparecen presuntos miembros del CJNG. En este, el grupo se encuentra en torno a un vocero, que realiza declaraciones en el sentido de deslindarse de cualquier intento de accionar contra el Gobierno, mientras reitera que su verdadera lucha es en contra el Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL) y su líder José Antonio Yépez Ortiz, ‘El Marro’. La ostentación de armamento y equipo táctico vuelve a ser una constante.
De esta manera, es innegable que los altos índices de violencia en el país indican dos temas pendientes en la agenda de seguridad: 1) la prevalencia de vacíos de autoridad a lo largo del territorio nacional y, 2) la ineficacia de las políticas de seguridad pública de los últimos años.
Ambas cuestiones son una constante a lo largo de la historia moderna de México y, el cúmulo de buenos deseos con los que inició esta administración su pretendida lucha contra la inseguridad, no hizo sino derivar en situaciones que reiteraban la poca capacidad de hacer frente a esta, no por falta de poder de fuego, sino por carecer de una estrategia efectiva que no se limite a la confrontación frontal y descabezamiento de las organizaciones criminales.
Y es que, a pesar de que el gobierno de Morena ha puesto énfasis en los programas sociales como pauta para iniciar el saneamiento del país, las secciones de nota roja de los medios dicen lo contrario.
Por otra parte, se menciona constantemente que el CJNG está en expansión, de lo cual derivaría una gran parte de los hechos violentos que acaecen recientemente. Si esto es cierto y mengua a la vez el poder y primacía de otros cárteles en las regiones que antes controlaban ¿se llegaría a una estabilidad delictiva al cesar las rivalidades entre este tipo de organizaciones?
Lo más probable es que no y que paulatinamente la agrupación original se escinda regionalmente (pues, como toda asociación humana, es altamente probable que tenga disputas internas, mientras al exterior se muestra monolítica) y se presenten nuevos episodios de violencia homicida. Al final, quien seguirá poniendo los muertos es la sociedad mexicana.
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