Por Daniela Rojo y Fernando Rivera
“Cuando salen (de la cárcel), algunos de ellos quieren hacer su vida de otra manera. Había un chavo que había trabajado para nosotros, nomás que cuando salió de la cárcel, el chavo quiso hacer su propio cartelito, con su propia gente, ¿verdad? Tenía tres o cuatro morros y contrató a unos guatemaltecos para que le trajeran mercancía. Pero uno se da cuenta y uno tiene mejor equipo, está más preparado para ese tipo de cosas…”, dijo un sicario de Los Zetas en una entrevista con el periodista Jon Lee Anderson para la revista Gatopardo.
La historia del narcotráfico en México, está llena de traiciones, engrandecimientos de grupos y también de escisiones. Los Zetas, son el ejemplo más claro. Surgieron como brazo armado del Cártel del Golfo, y estaban formados por militares de élite, desertores del Ejército mexicano. Es decir, se erigió la profesionalización de las organizaciones criminales.
Los cárteles del narcotráfico no surgieron en un abrir y cerrar de ojos. En la década de los 70, operaba el considerado primer jefe del narcotráfico en México, Pedro Avilés Pérez, mejor conocido como “El León de la Sierra”, quien traficaba cocaína procedente de Sudamérica a los Estados Unidos.
Bajo las órdenes de “El León”, se encontraban hombres que en posteriores años se convertirían en nombres conocidos en el mundo de los estupefacientes. En su círculo más cercano estaba Miguel Ángel Félix Gallardo, “El Jefe de Jefes”, quien a la postre sería líder del Cártel de Guadalajara, organización predecesora del Cártel de Sinaloa (CDS) y Ernesto Fonseca Carrillo, “Don Neto”.
De esa camada de capos, surge Ismael “El Mayo” Zambada, fundador del CDS. En un rango menor, pero en su misma plantilla se encontraba Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”.
De divisiones y traiciones
Posterior a la muerte de “El León de la Sierra”, Félix Gallardo tomó el mando de la organización, mientras que los demás miembros se ubicaron como cabezas de otros cárteles. Al ser detenido Félix Gallardo durante la década de los 80, su grupo se dividió en dos, pasando una facción a manos de “El Chapo” Guzmán y la otra a los hermanos Arellano Félix, fundando así el Cártel de Tijuana.
Durante esa época prevalecieron las divisiones por transferencias de mando o derivadas de muertes o aprehensiones. Sin embargo, durante los últimos años, la tendencia ha cambiado.
Suele suceder que las escisiones sigan trabajando bajo el mando del grupo principal y después de un tiempo se vuelvan independientes. Así sucedió con el Cártel del Noreste que, como brazo armado de Los Zetas, adquirieron tal fuerza que terminaron por independizarse, iniciando una guerra con sus antiguos patrones por territorios como Tamaulipas, el norte de Veracruz, San Luis Potosí, Zacatecas, Nuevo León y Coahuila.
Una de las principales razones que detonó este tipo de situaciones fue la guerra contra el narcotráfico emprendida en 2006, bajo la administración de Felipe Calderón. En ese entonces, las actividades criminales estaban encabezadas por el Cártel del Golfo, Los Zetas, el CDS, Tijuana/Arellano Félix, Cártel de Juárez, Organización de lo Beltrán Leyva y La Familia Michoacana.
Este tipo de fenómenos tiende a suceder cuando se descabeza una organización y las rencillas internas salen a flote. Desde el exterior se puede percibir a los cárteles muy homogéneos, pero como en toda organización, hay varias facciones en disputa. Sin embargo, la primacía la tienen los brazos armados derivado del poder de fuego.
El ejemplo más paradigmático de la transición de un brazo armado a una organización independiente es el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Este fue creado en 2007 bajo el mando del CDS con el nombre de Los Matazetas. No obstante, fue en 2010 que se consolidó como independiente y ha establecido numerosas alianzas, convirtiéndose en uno de los grupos más peligrosos del país y el principal rival del CDS en México.
A su vez, el Cártel de Sinaloa ha establecido una asociación de facto con el Cártel Santa Rosa de Lima (CSRL), con el fin de pelear al CJNG el conflictivo Guanajuato. Información de inteligencia arroja que la facción del CDS liderada por “El Mayo” Zambada, estaría surtiendo de armamento a la gente de José Antonio Yépez Ortiz, alias “El Marro”, líder del CSRL.
Es así que, en esta telenovela del narcotráfico en México, las redes de poder se amplían entre organizaciones. Los cárteles crean extensiones de su poder, con grupos armados que después morderán la mano de su creador. Y así, nuevas escisiones son creadas ante la mirada atónita de autoridades, quienes ven correr ríos de sangre. Mientras tanto, los horrores de esta guerra han de continuar cosechando pútridos frutos.
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