Por Karina Pichardo
¿Por qué López Obrador no entiende que los empresarios no son los enemigos del país, y busca la manera de ayudarlos en la generación de empleos? La iniciativa privada atraviesa un panorama de incertidumbre, y no sólo por el panorama de seguridad que enfrenta el país. A esto se debe agregar la corrupción (aunque el actual Gobierno Federal se empeñe en decir que ésta ya se ha acabado), extorsión, secuestro, robo de mercancías, robo hormiga, entre otras actividades delictivas, lo que representa pérdidas millonarias.
Es importante indicar que, uno de los principales delitos que afecta a las empresas, es el robo a transporte de carga, pues la delincuencia ha sabido cómo adecuar su modus operandi ante las diversas formas de distribución de insumos, productos agrícolas, industriales, minerales y derivados del petróleo.
Cabe mencionar que, según información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en promedio un camión de carga fue robado cada hora en el país durante el primer trimestre del año.
Claro ejemplo de esta cuestión, es el corredor Veracruz – Ciudad de México, el cual se ha convertido en una vía necesaria para el transporte de mercancías y a su vez, una vía donde se concentra un alto índice de robos en este rubro, ya sea mediante el saqueo de ferrocarriles o el robo a transportista.
En lo referente al robo a transportista, cabe destacar que los grupos delictivos que operan en distintos tramos carreteros de Puebla, actúan de manera organizada. Los llamados “halcones” tienen la labor de vigilar desde puentes y parajes los movimientos y rondines de las fuerzas del orden. Además, suelen contar con equipo balístico, así como bloqueadores de señal satelital para desactivar los GPS (Sistema de Posicionamiento Global) de los tráileres; a estos dispositivos se les conoce como jammers.
Una de las principales modalidades en la comisión de robo es provocar bloqueos a la circulación para llegar a los transportistas.
En el caso de que la carga sea de interés para los delincuentes, la unidad es robada, lo que implica un secuestro exprés del conductor. Posteriormente, se guía el vehículo a través de brechas a comunidades cercanas para descargar la mercancía, lo cual se hace en numerosos casos con ayuda de los pobladores.
Es de suma importancia destacar que algunos de los grupos delincuenciales que realizan este ilícito migraron de otra actividad delictiva, pues en no pocos casos se dedicaban a la ordeña de ductos de combustible. Otros se mantienen en ambas actividades, pues incluso las unidades robadas son destinadas para el huachicoleo.
En cuanto al saqueo de mercancía de trenes, las bandas operan bloqueando las vías férreas y trasfiriendo los cargamentos a camiones, siendo los productos agrícolas (azúcar, granos y semillas) los más demandados, dado que son los más sencillos de transferir y distribuir. También, para realizar los saqueos de forma rápida, se suelen sumar habitantes de las localidades aledañas.
La colaboración de los grupos delictivos con los habitantes de estas zonas es una de las mayores problemáticas con las que se enfrentan las autoridades en el combate a este tipo de delitos. Esta cooperación, a cambio de una pequeña retribución monetaria o una parte de la mercancía hurtada, pone en evidencia las carencias y falta de oportunidades de la población, así como la negligencia de las fuerzas del orden, lo cual deriva en la penetración del crimen organizado entre los habitantes de estos lugares.
Pareciera que la actual contingencia sanitaria ha puesto en este delito un foco rojo. ¿En verdad se puede esperar una actuación ejemplar de las autoridades, cuando en otras ocasiones han mostrado debilidad como cuando en Sinaloa, fallaron al detener a Ovidio Guzmán? No hay que olvidar que López Obrador ordenó liberar al presunto delincuente. ¿Esa es la seguridad que tanto prometieron?
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