Entrada: UN FLUJO INTERRUMPIDO: REMESAS Y VULNERABILIDAD ECONÓMICA EN LA PANDEMIA

Por Carlos Herrera

Hay pocas situaciones en la existencia humana tan terribles como la frustración, más si a esta se añade el desasosiego y las bajas expectativas para el futuro: el cuadro que se conforma dista de ser alentador. Al ser una de las dimensiones más importantes para nuestra sociedad, esto también es válido para las cuestiones económicas.

Durante el año 2019, México fue receptor de aproximadamente 36,045 millones de dólares en remesas, según cifras del Banco de México. Para 2020, las expectativas eran mayores, pues durante los primeros dos meses del año, se alcanzó un  total de 5,277 millones de dólares, que en comparación con los 4,893 millones de enero y febrero de 2019, representaron un incremento de 7.8%.

Si se toma en cuenta que esta tendencia al alza ya se consideraba una constante desde 2013, el panorama empezó a nublarse con la irrupción en el escenario mundial de la pandemia de COVID-19.

Actualmente, los Estados Unidos, país del que provienen la mayor parte de las remesas, es también el lugar en el que se registra la mayor cantidad de casos mortales de Coronavirus, contabilizando al momento de realizar el presente artículo más de 36,000 personas fallecidas, según la Universidad Johns Hopkins. Esta situación ha impactado la economía estadounidense, pues con la reducción en las actividades económicas es previsible la caída en el número de empleos.

Los migrantes mexicanos son vulnerables ante esta situación, pues al emplearse en lugares como constructoras, manufactureras, el sector restaurantero y de servicios en turismo –todas actividades afectadas por la pandemia–, ha provocado que su situación laboral se deteriore e incremente el índice de desempleo.

En semanas anteriores, la depreciación del peso en el mercado había ‘incrementado’, de cierta manera, el valor de las remesas y por tanto el poder adquisitivo de sus receptores.

Al fortalecerse el dólar, era previsible que una mayor cantidad de dinero circulara, manteniendo activa la economía mexicana; aunque también está resultaría afectada, debido al incremento de precios de productos provenientes de territorio estadounidense, por lo cual la influencia de las remesas se vería atenuada.

México es altamente dependiente de las remesas, pues durante 2019 representó un 2.77% del Producto Interno Bruto (PIB). El flujo de capital que representan sólo es superado por el proveniente de las exportaciones automotrices, que durante el año pasado también fue a la baja.

Ante un panorama que sigue resultando desolador, con la continuación de la contingencia y con un Gobierno Federal que no ha mencionado cómo se subsanarán esas pérdidas, que ya son evidentes, llega el momento de cuestionar nuestra dependencia, pues esta no sólo significa vulnerabilidad o poca estabilidad, sino un eslabón que imposibilita la concreción de cualquier proyecto nacional.

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