Por Fernando Rivera
Las autoridades de la Ciudad de México se han negado a hacer la declaratoria de semáforo rojo, aun cuando la cifra de hospitalizaciones por Covid-19 aumenta de manera exponencial. En los pasillos de la política mexicana se maneja la versión que dicha decisión ha sido definida desde el Gobierno Federal, pues modificar el color de la alerta, tendría fuertes implicaciones económicas.
En este sentido, llama la atención que la administración local se ha limitado a repetir el color naranja a lo largo de varias semanas, sin atreverse a dar el paso a un endurecimiento de las medidas para frenar los contagios.
En su conferencia de prensa más reciente, la mandataria se negó a poner nombre al color correspondiente. Y es que es importante indicar que no sólo se habla de una tonalidad, sino de las consecuencias que implica, pues aumentar el semáforo de riesgo conlleva detener múltiples actividades, además de establecer numerosas restricciones, no sólo para los negocios, sino también para las personas.
Derivado del escándalo que esta posición supuso, el titular de la Agencia Digital de Innovación Pública, José Merino, publicó lo siguiente en su cuenta de Twitter.
Como se puede observar, siguió la misma línea que Sheinbaum Pardo, sin osar siquiera en llevar la contraria al gobierno de López Obrador.
Sin embargo, la titular del gobierno capitalino reconozca que el nivel de hospitalizaciones se encuentra en un punto crítico. La incongruencia se observa en el hecho de que, en el mes de mayo, la Ciudad de México se encontraba en semáforo rojo y el número de personas internadas en su punto máximo se registró el día 22, con 4,553 pacientes. El 14 de diciembre –con semáforo naranja–, la cifra se ubicó en 4,598, es decir, por encima de lo que estábamos hace 7 meses.
Según el médico cirujano, adscrito al Hospital General de México, Antonio Domínguez Zambrano, tan sólo ese centro de atención hay destinadas 140 camas para la atención de pacientes Covid-19. Hoy en día, sólo hay disponibilidad de dos. Así, la capital del país flota entre discursos, deficiencia en la atención a enfermos, el miedo de muchos, pero también hay que decirlo, la inconciencia de otros. Una tragedia tras otra.
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