Entrada: La ciudad entre trampas: crónica de un delito

Por Fernando Rivera

Todo parecía un día normal para Andrés. Había salido desde muy temprano de casa, para poder iniciar su jornada laboral a bordo de un taxi de aplicación. La ciudad nunca duerme; siempre viva y danzante, suele esconder peligros entre sus calles. Las trampas abundan, y aparecen cuando menos uno lo espera. En una de ellas, él terminó por caer.

Mientras circulaba por una avenida del poniente de la capital, una solicitud de viaje apareció en su teléfono alrededor de las 09:00 horas. Se trataba de un usuario con una buena calificación y no dudó en ir por él. Al recogerlo, a las afueras de una estación del metro, el pasajero se encontraba acompañado de otras dos personas. Al no observar nada extraño en ellos, comenzó el camino a algo que terminó por volverse en una pesadilla que se extendió por varias horas.

Minutos después de partir al destino, uno de los pasajeros sacó un arma y obligó a Andrés a cancelar el viaje y a entregar su teléfono celular desbloqueado. Con el arma rozando su cuerpo, y ante la amenaza de acabar con su vida, cedió a cada una de las peticiones de los delincuentes. La amabilidad que habían mostrado al subir al auto, ahora sólo eran insultos y golpes.

En algún momento, uno de los delincuentes hizo que se pasara al asiento del copiloto, y condujo la unidad hasta llegar a un municipio al oriente del Estado de México. Durante el trayecto, otro más se encargaba de revisar los contactos del celular.

Andrés contó a MOVISAFE que, luego de varios intentos, los sujetos lograron dar con el chat de WhatsApp de su padre. Y así, la familia ahora estaba dentro de la espiral: los sospechosos solicitaron 2 millones de pesos a cambio de dejarlo libre. Sin embargo, sólo lograron conseguir cerca de 30 mil pesos.

Una persona cercana al círculo familiar, fue la designada para entregar el monto en inmediaciones de una plaza comercial de la capital del país. Una vez entregado el dinero, la víctima fue liberada en una zona despoblada, sin una moneda, auto ni zapatos. Un hombre de edad avanzada fue quien lo encontró golpeado y le brindó ayuda. Eran cerca de las 23:00 horas; casi catorce horas de calvario.

Durante el proceso legal que ha seguido, supo que no era la primera persona a la que le ocurría este modus operandi. Ahí se enteró que, el teléfono móvil desde el que le hicieron la solicitud, había sido robado momentos antes de que él fuera privado de la libertad. Sin embargo, sigue sin haber detenidos.

Hoy, la necesidad ha hecho que Andrés siga en las calles ganándose la vida en un taxi de aplicación (trabaja el auto de alguien más). El miedo persiste, y aumenta con cada viaje que decide hacer, pero hoy en día dice no tener otra opción. No obstante, ha decidido compartir su experiencia, con la esperanza de que nunca alguien vuelva a padecer algo así.

Para mayores informes: contacto@movisafe.com

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