Entrada: 2020: el corte de caja de la violencia

Por Fernando Rivera

El año 2020 se erigió como el más violento en la historia reciente de México pues, de acuerdo con cifras de MOVISAFE, se contabilizaron 25,193 homicidios relacionados con crimen organizado y delincuencia común a nivel nacional. Esto es sintomático de la pugna entre cárteles de la droga, prevaleciente en diversas zonas del país, aunado a una estrategia de seguridad que no ha dado los resultados previstos.

Si bien la problemática no es generalizada, pues existen entidades que se encuentran muy debajo de la media nacional –como Yucatán o Campeche–, lo cierto es que los índices de criminalidad han permeado en diversas regiones del país, con problemas específicos según el entorno y una incapacidad de las autoridades de todos los niveles para poder afrontar las circunstancias prevalecientes.

Así pues, el fin principal del Estado es el de garantizar la seguridad de los ciudadanos. ¿En el modelo mexicano, se cumple a cabalidad con este propósito? En los hechos, hay zonas del país donde son los grupos criminales quienes, de facto, ostentan el poder.

A pesar de que en el discurso presidencial se ha pregonado que las masacres y multihomicidios han dejado de hacerse presentes en la actual administración, los hechos demuestran una fatídica realidad. De esta manera, para 2020 se contabilizaron 1,363 asesinatos más que el año previo, esto se traduce en un incremento del 5.72%, de acuerdo con la metodología de MOVISAFE.

De esos datos se desprende que, a pesar del periodo pandémico generado por el Covid-19, no se logró disminuir la violencia. Y es que, cuando las condiciones estaban dadas para que se diera un golpe de timón a la estrategia –aprovechando el confinamiento en el que buena parte de la población se vio inmersa–, no se hizo sino seguir por el mismo camino, sin aprovechar las circunstancias.

Los grupos delincuenciales vieron en la crisis sanitaria, la oportunidad perfecta para asentar sólidas bases sociales y ganar adeptos entre la gente de zonas en las que no solían operar. Su poder, por tanto, se extendió de manera exponencial.

El año que acaba de terminar, dejó a Guanajuato en el primer lugar nacional en la cantidad de muertes violentas con 4,227 casos. La lucha de cárteles por el control de delitos como el narcomenudeo, extorsión, robo en carreteras o el robo de hidrocarburo, marcaron el escenario en ese territorio. Tomando en cuenta la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes, Colima se erigió como la entidad líder, con una estadística de 73.53, muy por encima de la media nacional de 21.08.

La tendencia se torna poco alentadora, pues la Guardia Nacional no ha generado la pacificación prometida a la hora de su creación. El incremento de la violencia se ha vuelto una constante, ante un discurso que minimiza las causas. El flagelo de la inseguridad y los efectos de la pandemia, mantienen en vilo a un país en crisis constante, en el que no parece haber tregua.

 

Para mayores informes: contacto@movisafe.com

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