Entrada: Entre liberales y conservadores: violencia e inseguridad en México

Por Fernando Rivera

La seguridad es uno de los elementos pendientes de la actual administración lopezobradorista. Es importante mencionar que no es un problema que se haya gestado en este periodo, pues fue en el sexenio de Felipe Calderón cuando la problemática comenzó a estallar paulatinamente, luego del inicio de la llamada “guerra contra el narcotráfico”.

Sin embargo, sí es responsabilidad de este gobierno el haber prometido disminuir los índices de violencia en el país, y no haberlo logrado a pesar de las ofertas esgrimidas en campaña. Y es que, aun cuando las condiciones estaban dadas para que el descenso fuera exponencial en los niveles de criminalidad, derivado del confinamiento provocado por la pandemia de Covid-19, lo cierto es que eso no bastó.

El fenómeno sigue y, a pocos meses de terminar el año, estamos en una espiral en el que todo parece ir en la dirección de enfrentarnos a uno de los años más violentos de la historia reciente en México.

¿La seguridad es el único problema ante el cual se enfrenta la sociedad mexicana? Ciertamente, no. De hecho, hay una extensa variedad de problemáticas a las cuales se debe hacer frente: la pandemia, crisis económica, el desempleo, la libertad de expresión.

La polarización es un elemento que cada vez más se ha fortalecido entre la población. La llamada Cuarta Transformación se siente sabedora de la verdad absoluta. No obstante, en parte de la oposición sucede algo similar, al menos es lo que demuestran las marchas más recientes llevadas a cabo en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Imagen: Presidencia de la República

La reconciliación no es algo que se vislumbre en un futuro cercano, menos aun cuando es desde el púlpito presidencial que se lanzan frases que denuestan y menosprecian aquellas opiniones e informaciones que son incómodas al poder en turno.

La mente de AMLO vive en el siglo XIX y en la lucha entre los liberales y conservadores. Añora la figura del emblemático Benito Juárez, aspirando a ser como él, pero a todas luces quedándose en el camino. Temeroso de un golpe de Estado, enuncia ese fantasma como parte de una posible conjura de sus adversarios.

Y, sin embargo, la seguridad sigue sin mejorar. En esta lucha ideológica, el crimen sigue avanzando, sin más fin que el del poder de unos grupos sobre otros. La violencia es el gran elefante que, ante los ojos de todos, se posa ante una sala de repleta de pasmados espectadores.

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