Entrada: In U.S we trust?: La influencia americana en la política y plan de seguridad mexicanos

Por Carlos Herrera y Fernando Rivera

 

Derivado de su localización y características sociopolíticas, además de su dependencia económica respecto de la estadounidense, México se ha convertido en un punto en el que la injerencia norteamericana ha prosperado, debido a que en la agenda de seguridad de dicho país han sobresalido dos cuestiones en la relación con su vecino del sur: la problemática migratoria y el narcotráfico.

 

Durante el siglo XX, la hegemonía estadounidense encontró uno de sus cimientos en la posibilidad de defensa de regiones estratégicas a lo largo del orbe. De esta manera, el llamado Siglo Americano, se fundamentó en la capacidad de esta potencia para intervenir en las decisiones políticas, económicas y militares de otras naciones, y así, mantener el sistema mundial que encabeza. Al conjunto de regiones en las que se observa este fenómeno se les denomina como áreas de influencia.

 

Latinoamérica, con su heterogeneidad social y su tradición de regímenes autoritarios ha tenido una significación especial para la seguridad del hemisferio occidental.

 

Considerando lo anterior, México puede ser descrito como una colosal aduana.

 

 

 

Flanqueando este país, se encuentran dos sistemas de orden geopolítico que revisten una importancia especial para los intereses estadounidenses: hacia el Oriente, aquello que se ha denominado el Mediterráneo Americano y en el Poniente, el Litoral del Pacífico.

 

El primero abarca la región del Golfo de México y el Caribe, con una amplia importancia económica en materia comercial y de trasiego de mercancías (legales e ilegales), así como el de seres humanos. El segundo, tiene relevancia dado su potencial de vinculación con el continente asiático, situación que se ha vuelto prioritaria, pues actualmente es uno de los puntos rojos para la entrada de mercancías ilegales al país.

 

Hay que mencionar que fuera de la frontera sur mexicana, se encuentra un punto de intersección de ambos lugares, que corresponde a la zona del Canal de Panamá, la cual podría convertirse en una zona de disputa criminal y que vale la pena citar en este artículo enfocado en México, ya que las continuas crisis políticas en Centroamérica derivan en flujos migratorios hacia el norte.

 

La cuestión migratoria y el narcotráfico han derivado en situaciones en las que el Estado mexicano ha tenido que fungir como intermediario de intereses extranjeros. En la actualidad, ambos problemas han sido abordados en la Iniciativa Mérida y en el Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

 

La implementación de la Iniciativa Mérida contempla el combate al crimen organizado, haciendo hincapié en las organizaciones dedicadas al narcotráfico, debido a que el control de las rutas de trasiego de estupefacientes ha hecho del territorio mexicano un espacio en el que los vacíos institucionales, sobre todo en materia de seguridad, son evidentes. Por otra parte, busca reducir la llegada de narcóticos a los Estados Unidos, país consumidor de estos productos por antonomasia.

 

Dicho programa, aglutina organismos de ambas naciones: el Departamento de Estado y el Departamento de Justicia, el Consejo Nacional de Seguridad (NSC, por sus siglas en inglés), el Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), Agencia de Administración para el Control de Drogas (DEA), por parte de los Estados Unidos, mientras que del lado mexicano colaboran el Congreso de la Unión, la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), la Secretaría de Marina (SEMAR), la Fiscalía General de la República y lo que fue el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN),»>ahora Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

 

 

El objetivo, en su primera fase, fue la capacitación de las fuerzas de seguridad mexicana y el suministro de la tecnología armamentística adecuada para el combate a cárteles cada vez mejor equipados.

 

De hecho, durante 2019, a raíz del asesinato de miembros de la familia LeBarón durante un ataque en Sonora, quedó clara la presencia del FBI en territorio mexicano, en un contexto en el que sobre México pendía la amenaza de represalias económicas y la clasificación de los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas.

 

En este momento, en detrimento de su soberanía, México ha endurecido su política migratoria, que presuntamente se limitaría al apoyo económico a las naciones al sur del Suchiate a través de la CEPAL.

 

El Plan de Desarrollo Integral de la CEPAL tiene la labor de impulsar económicamente, a través de programas con una dimensión social (por ejemplo, Sembrando Vida), a la región centroamericana con el fin de disminuir el flujo migratorio hacia Estados Unidos, y es México el país que se ha desempeñado como intermediario entre el norte y el centro ¿Por qué es relevante esto en asuntos de seguridad? Los migrantes provenientes de Centroamérica muchas veces pasan a convertirse en víctimas de la violencia endémica del país al que arriban, al ser cooptados por organizaciones criminales.

 

 

En los hechos, estos programas han tomado un perfil menor que el despliegue de cerca de doce mil elementos de la Guardia Nacional en once municipios de la frontera sur para contener las caravanas de migrantes.

 

De esta manera, la presencia de los Estados Unidos a lo largo del territorio mexicano es fehaciente ante un Estado que se ha visto superado por organizaciones fuera de la ley, y que conocen las regiones en donde realizan sus actividades mejor que las autoridades. Las reglas migratorias nacionales, se generan desde Washington, bajo la sombra latente de posibles aranceles.

 

Anthony Wayne, ex embajador de Estados Unidos en México (2011 – 2015), mencionó hacia el final de su periodo en funciones, al hacer un balance sobre la Iniciativa Mérida, que la creciente violencia al sur del Río Bravo afecta la inversión debido a que las empresas extranjeras tienen  que invertir más en seguridad, lo cual resulta adverso en la medida en que los costos operativos en lugares controlados por el crimen organizado se incrementan notablemente.

 

El tema de la seguridad es de carácter binacional, claro está. No obstante, el gobierno norteamericano tiene que asumir su corresponsabilidad en cuanto al tráfico de armas prevaleciente desde aquel territorio hacia el mexicano. Sin embargo, la responsabilidad de la seguridad mexicana ha terminado por sobrepasar a sus artífices.

 

En este juego, la partida se la han llevado los del norte. La estrategia de seguridad en México ha sido marcada en Twitter por Donald Trump. “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, dice el viejo dicho erróneamente atribuido al expresidente Porfirio Díaz. Y ante esta realidad implacable, ¿hay algo más que hacer?

 

 

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