En diciembre de 2019, los primeros casos del virus 2019-nCoV (como inicialmente se le conoció) se detectaron en la ciudad de Wuhan, China. Desde ahí, el virus se fue transmitiendo de manera exponencial en todo el país y el resto del mundo, por lo que el 30 de enero de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró emergencia sanitaria por el brote de coronavirus “COVID-19”, como dicha organización lo nombró actualmente.
Desde diciembre a la fecha, se ha contabilizado la muerte de más de mil trescientas personas a causa de esta enfermedad a nivel mundial, con una importante concentración en China. En una escala regional, Estados Unidos y Canadá han presentado casos de este tipo. Más allá de la propagación del virus y de sus consecuencias sanitarias, esta enfermedad ha afectado tanto a la economía china como a la mundial, y generado incertidumbre, a corto y mediano plazo, en varios negocios.
Asimismo, los sectores del transporte, energía, turismo e industria, se vieron afectados por el fenómeno. Numerosas sedes de compañías automotrices y de producción de acero se encuentran en la ciudad de Wuhan, las cuales tuvieron que cerrar o frenar su producción ante las medidas sanitarias impuestas por el gobierno chino.
Consecuencias e impacto económico del virus
El descenso de la producción local podría afectar el sector automotriz en México, pues la generación de autopartes se ha reducido. Si bien China es un país que cuenta con gran cantidad de regiones productoras de insumos, la expansión del virus puede perjudicar a otras zonas geográficas, que se dediquen a este negocio, incluido México.
Tomando en cuenta este panorama, es de relevancia recordar que China es uno de los socios más importantes para México en este mercado. En este sentido, se puede generar una oportunidad de negocio, pues los productos se podrían proveer a nivel nacional para combatir un posible desabasto y limitar el freno de producción del automóvil en México.
Por otro lado, Wuhan es un punto estratégico para la cadena logística, pues cuenta con la presencia de varias compañías internacionales como Ikea y Microsoft. Sin embargo, al encontrarse en cuarentena la ciudad, no hay entradas y salidas para personas y mercancías, lo cual ha tenido consecuencias negativas tanto en el sector del transporte, así como en la industria petrolera.
La reducción de los traslados hacia China provocó una disminución en pedidos de petróleo debido a su menor actividad económica, lo que tuvo un efecto en el precio del crudo a nivel mundial y provocó incertidumbre para los países productores. En el mencionado contexto, los primeros días de marzo de 2020, los países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y sus socios, se reunirán para determinar, la posible reducción de la producción de crudo a nivel mundial.
Cabe mencionar que China es el segundo consumidor de petróleo crudo y primer importador a nivel mundial. Por otra parte, la cancelación de los vuelos directos que tiene el país asiático con otros, afectó la demanda en hidrocarburos para este tipo de viajes.
A pesar de que el coronavirusv no se transmite a través de objetos, se generó una desconfianza hacia cualquier tipo de mercancía proveniente de China. Esto puede representar un área de oportunidad para otros países como México, en cuanto al sector industrial y el turístico.
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